Me iré un día cuando a nadie le haga falta. Cuando los higos den su fruto y los inviernos sean justos. Me marcharé una mañana cuando ya no me necesites un día entre abril y junio para no volver ya nunca borrándome de tu presente y así también de tu futuro. Saldré andando de tu mundo a paso lento, pero seguro... con la mirada en el horizonte recordando amores donde no los hubo.
Quizás y algún día el amor te toque, María Dolores, pero mientras eso sucede, que tu amor no se desborde.