En el principio, antes de la existencia del espacio y el tiempo, la nada lo era todo en aquel basto e infinito vacío. Y por algún momento siempre fue así. De pronto, la inestabilidad y la movilidad irrumpieron en aquella “aparente” paz, haciendo que la energía, en su forma más elemental y primitiva comenzará a intentar escapar de sí misma y liberarse en aquel, hasta ese entonces, tétrico y obscuro salón de juegos. Fue así como un día, el universo nació producto del proceso de liberación de energía en el centro de lo que en aquel momento conocíamos como la irresoluble e inhóspita nada. La explosión producida generó enormes e infinitas descargas de energía en cada rincón del recién nacido cosmos. Tuvieron que pasar miles de millones de años para que lo que hoy en día conocemos como nuestra galaxia se formara y junto con ella, nuestro mundo. Después de la irrupción cósmica, la materia se encontraba desordenada y esparcida sin rumbo fijo en el interminable espacio, y a través de...
Quizás y algún día el amor te toque, María Dolores, pero mientras eso sucede, que tu amor no se desborde.