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Póster oficial de la cinta |
Hablar de "Roma", de Alfonso
Cuarón, es hablar de mucho más que una simple y mera "producción" cinematográfica.
Describirla, es recordar el cine mexicano y su vieja cinematografía a blanco y
negro, pero multicolor en todos los demás sentidos. Reseñar “Roma”, es tocar la
médula social del trabajo doméstico femenino en el México de principios de la
década de 1970; es palpar las fibras de la familia de clase media mexicana y
encarnarnos en su realidad.
El poder del "blanco y negro" de la Época de Oro del cine mexicano
Alfonso Cuarón logra —magistralmente— contarnos
en 135 minutos una historia llena de sellos personales, en la que
brillantemente alcanza a extasiarnos con
apoteósicas transiciones fotográficas y
mostrarnos el universo que puede contenerse en el amplio y basto espacio que
representa el “streaming multimedia”
de “Netflix” y, en el mejor de los casos, todo aquello apreciable desde la comodidad de una butaca de cine.
Cuarón, acostumbrado a una dirección
fotográfica inmaculada, hace de "Roma" un filme que compensa
cualquier desplazamiento lineal a "bajo kilometraje” e irrumpe, “visceralmente”,
en la nostalgia con prolongados túneles cargados de suspenso, drama, estrés y
sobresaltos en la última hora de cinta; no sin antes —valga aclarar—, dejarnos
contemplar la magnificencia del México de principios de los 70s.
Escrita, producida, dirigida y filmada por
Cuarón durante el 2016, se convierte en la carta fuerte del cine latinoamericano para
los tan aclamados Premios de la Academia de Ciencias Cinematográficas en su
ceremonia número 91. Ganadora del León de Oro en el Festival Internacional de
Cine de Venecia y aspirante al Óscar en la categoría de “Mejor película de
habla no inglesa”. Es por ello, que "Roma", representa la majestuosa reinserción del cine mexicano a “las
grandes ligas”.
Pero, ¿por qué ha gustado tanto “Roma”?
Brevísimo contexto histórico
Ambientada entre finales de 1970 y
principios de 1971, nos muestra una sociedad mexicana aun convulsionada
por la Masacre de Tlatelolco en 1968 y en pie de lucha. Para aquel entonces,
México recién había organizado por primera vez la Fase Final del Mundial Masculino de
Fútbol de la FIFA y a su vez, se encontraba en el proceso de transición entre
el Modelo de Producción de Sustitución de Importaciones por Exportaciones e Industrialización y la avorazada entrada del Neoliberalismo (1982-2000) a puño limpio en el gigante “más al sur” de las tres
naciones al norte de nuestro continente.
Filmada en la popular Colonia Roma de la
Ciudad de México, nos remonta a la infancia temprana de Cuarón, quien
inspirado en la vida de su Nana, Liboria Rodríguez, nos muestra su marco más personal en un filme cargado de emociones y
anécdotas personales del laureado director mexicano, quien haciendo uso del
delicado arte de evocar la nostalgia, ha logrado maravillar a millares fuera
de las fronteras de Los Estados Unidos Mexicanos.
Desconstruyendo estereotipos
Aclamada y a la vez juzgada por el
preponderante papel de su personaje principal "Cleo" (interpretado por Yalitza
Aparicio), ha quebrado el paradigma de lo “estéticamente aceptable” y
sienta un precedente en la cosmovisión local, regional y global, respecto a la mujer mexicana y
la aceptación de la multiculturalidad y etnicidad mexiquense. Generando así, un amplio debate sin sentido entre los "poco letrados", cinematográficamente hablando, que esperaban "más acción" o "varitas mágicas" en las dos horas con quince minutos que dura la cinta.
Considerada, en lo personal, como una película al nivel de cintas de la talla de "Ciudad de Dios" de Fernado Meirelles y Kátia Lund o "El secreto de sus ojos" de Juan José Campanella. Es por ello, que la obra de Cuarón también asume su lugar histórico como icono del cine latinoamericano contemporáneo y muestra de la calidad del séptimo arte mexicano.
Desde El Yolyo Maya, nos complace invitarles a ver y disfrutar de esta magna apología a la nostalgia, no sin antes, dejarles una
breve muestra fotográfica de la calidad y envergadura de “Roma”, de Alfonso
Cuarón Orozco; hoy por hoy: nuestro mejor regalo de América para el mundo.
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