- Si te la dijera jamás lograrías recorrerla-
-contestó la Guacamaya con un tono pícaro y burlón.
- ¿Dudas de mis encantos y mis dotes como
amante? –anonadado preguntó el Papagayo.
- ¡No! ¿Cómo podría dudar de algo tan
evidente como tu porte y tus destrezas al amar?
- Entonces ¿cuál es mi defecto?
- Muy simple- -respondió la Guacamaya.
- ¡Cuéntame! que la duda me invade y
carcome el alma- -suplicó el Papagayo con demencia a la Guacamaya.
- Tus palabras.
- ¿Mis palabras? No logro entenderlo.
–frustrado e impotente resultó ante aquella respuesta el Papagayo.
- Ni lograrías comprenderlo, pues entre tu
belleza y la inteligencia hay un largo camino por andar, y recuerda, si mi
consejo atesoras, nunca formules la misma pregunta dos veces a una dama, mira
que no es de caballeros impresionar con apariencias y artimañas- -con total y
desmesurada experiencia dictó al Papagayo la Guacamaya.
La belleza conquista y ruboriza al más
inexperto de los amantes. Sin embargo, ante la galantería y las palabras vacías
de sentimiento, lo único que queda como experiencia es medir lo que nuestras
bocas pronuncian y no pecar de incoherentes e ignorantes en el intento.
muy buena moraleja, excelente fabula
ResponderEliminarExcelente mi estimado amigo...
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