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Nuestro origen fue tétricamente accidentado. Altos niveles de concentración de amoniaco y dióxido de azufre en estado gaseoso circundaban el aire del planeta T-3rr1 haciendo la vida técnicamente imposible para cualquier ser vivo existente en la actualidad. Nuestro mundo carecía de atmósfera, misma que tardaría un par de millones de años en aparecer después del surgimiento de nuestros primeros y primitivos antecesores, los organismos unicelulares primarios.
Estos poblaron los amplios mares hirvientes, dado que aún nuestro núcleo experimentaba la etapa transitoria en la formación del suelo y el sub suelo planetario. Provenientes de meteoritos extraterrestres que en algún momento de nuestra joven historia impactaron con nuestro mundo, dieron lugar a la producción de dióxido de carbono y gas metano suficiente para generar un largo y prolongado efecto invernadero que duraría miles de años sobre nuestra recién nacida atmósfera.
Después de algunos millones de años, la vida comenzó a surgir a partir de los microorganismos y bacterias presentes en la infinita bastedad oceánica del planeta azul. Y fue así como miles de millones de años más tarde surgieron del mar las primeras formas de vida terrestres conocidas.
Muchos seres cuadrúpedos con escasas capacidades de respiración afuera del agua, se adaptaron milenariamente a la vida en la superficie del globo terráqueo y según su especie, transformaron el medio ambiente planetario y su composición atmosférica.
La evolución del planeta, trajo consigo el nacimiento de miles de nuevas formas de vida que dieron paso al nacimiento de plantas y organismos pluricelulares más complejos en el principio de nuestros tiempos.
La vida había echado a andar. Y en el principio, todo ello fue bueno.
Tomados de la Enciclopedia Universal; Hernández, Arturo; En el Principio y Origen; Cuentos del Universo; Distrito Federal, México; Pág. 6-12; año 06 después de las colonias.
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