Se considera un Estado fallido a toda aquella nación cuyos
sistemas de gobernación, régimen político y modo de administración carecen de
toda funcionalidad. Honduras, país con una población que excede los 8 millones
de habitantes, subsiste gracias a una débil economía basada en los ingresos
generados a partir de las remesas enviadas por hondureños y hondureñas en el extranjero,
dependiendo de diversos organismos financieros y países cooperantes, se declara
en banca rota el pasado mes de enero, aunque para ser sinceros nosotros nunca hemos sido Estado, por lo tanto de independencia sólo tenemos lo que en el escudo nacional en forma de leyenda o fabula se narra.
Sonará trillado y quizá grotesco, pero actualmente nos
ubicamos en los primeros lugares en cuanto a índices de violencia y
delincuencia se refiere, careciendo de políticas internas que regulen y
modifiquen dicha situación, contamos con uno de los aparatos penitenciarios y
de seguridad más obsoletos en el mundo moderno. Poseedores de una corrupta y nociva
clase política que se encarga de querer tapar con sus manos carentes de
pulgares el sol y generar a partir de medidas improvisadas y paliativas lo que
ellos consideran como eficiencia en su administración.
Sin embargo, no todo
es malo en un país donde la vida se devalúa paulatinamente al mismo ritmo que
la moneda, todo tiene un principio básico, y se basa en la Historia, en nuestro
pasado más reciente. Si bien es cierto, actualmente nuestro sistema educativo,
laboral y de salud carecen de total existencia, y se ubican parcialmente como
sectores de “inversión” en cuanto a nuestras autoridades respecta, el país tiene
una salida, y es iniciar lo que muchos llaman conciencia y pasar la factura a
quienes nos gobiernan, ya que se acercan las elecciones internas y de todo árbol
caído los politicosaurios hacen leña para sus hogueras o eco fogones como algunos otros.
Partamos de la conciencia colectiva y no permitamos seguir
siendo presa de estúpidas campañas que en total confabulación los y las politiqueras orquestan, la clave se encuentra en el cambio de actitud y eso solo lo generan
las circunstancias y realidades adversas, paremos esto y como diría todo buen hondureño y hondureña. ¡A mí no me dan atol con el dedo!
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