
¡Oh, Gabriel! Has caído Bajo.
¡Ay, querido mío! Te dejaste flechar por su sonrisa. Dejaste que se colara en tus pensamientos, que se fundiesen tus huesos.
¡Qué niña más traviesa y atrevida!
Pero, es que cuando estas con ella perdés el tiempo, se te escurre el momento. Te vas del planeta frente a su presencia, ¿cómo decirle que no a esa criatura de ojos soñadores?, ¿cómo negarle tus fuerzas a tal encanto?
Mi querido amigo, te dejaste llevar por su sonrisa y te aprisionó con tan sólo pronunciar tu nombre. Perdiste la orientación y me dijiste que ella sería tu camino.
¡Sea por Dios que no te equivoques!
¿Qué será de ti cuando se marche?, ¿Qué pasará cuando no escuches su voz y cuando ya no puedas ver sus gestos?
¡Dime a mí, cómo superaras su partida!
¡Oh, amigo mío!
Esta mañana de abril, tu corazón se aceleró y el aire no volvió a entrar en tu cuerpo, ¿Cuándo decidiste atrapar sus labios? Perdiste la cordura, te amarraste al contorno de su cintura, te tragaste su aliento y permitiste que tocase los engranajes de tu corazón.
Ella es la operaria de tus emociones y la razón de tus alucinaciones, la dueña de tu cordura y el motivo de tu estupidez. Pero, ¿cómo osaras vivir sin su calidez?
¡Qué tonto! Has llorado como niño y perdido su cariño. Pero, tranquilo, te han quedado sus recuerdos; sus sabores, sus olores. Y aunque nunca supiste su nombre, sabrás que ella era la chica con los labios de sabores.
Escrito por Kadalfa.
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