Pareciera que el fin del mundo nos ha de
encontrar en las tiendas del centro comercial haciendo algún tipo de compra.
Observando a través de la vitrina el nuevo diseño de zapato, prenda, o en el
mejor de los casos, esperándole en nuestras confortables casas. Resulta
gracioso, pero muy cierto que la última de las opciones es la
“lógicamente” realizable, ya que en un país como el nuestro eso de
comprar, gastar e invertir son términos que no aplican a la realidad de la
población hondureña. Pero, más divertido y loco es que lo antes dicho sí
resulta contrario a nuestra situación… porque todo buen hondureño por más “liso”
que se encuentre ante la llegada del “Apocalipsis” Maya, tiene que hacerle
frente con su respectiva, nueva y cara mudada.
Resulta ser que en pleno siglo XXI nuestra Patria sigue dando de qué hablar a nivel internacional, claro, como usted ya lo sabe nunca es por buenas causas. Sin embargo, en Honduras no todo es tristeza. Ya vienen las fechas en las que a cualquier casa que usted llegue le regalan su respectiva porción de arroz con pollo, emparedados, tamales y su rebosante vaso de refresco, ya que la pieza de cerdo es para la alimentación interna de la familia que pueda y tenga pierna.
Trataré de ser breve y no cansar el ojo de quién lee estas palabras, ya que hoy no se me antoja escribir más de las trescientas. Hoy estoy en huelga de letras, al final no serán ni 180 personas las que lean estos tres párrafos, pero de algo sí estoy seguro, recordaran más cosas de las que aquí se encierran y no contaran las más de mil quinientas letras... Era Broma.
Memorias de un hondureño; 20/12/2012
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