Los estudios sociológicos desarrollados a nivel mundial por
diversas casas encuestadoras y organismos internacionales, arrojan como resultado que el desarrollo,
seguimiento y práctica del denominado “deporte rey” por las personas sin
importar su raza, sexo, preferencia sexual o religión, generan mayor
estabilidad emocional en los individuos involucrados, sean estos activos o
pasivos dentro del universo multicultural que contempla el deporte antes
mencionado.
Honduras no es la excepción, ya que más de cuatro de cada
diez personas que habitan este país gustan o practican esta disciplina
deportiva, convirtiéndonos en una de las naciones altamente condicionadas por
la alegría o frustración que producen los resultados que se pueden obtener a través
del balompié en todas sus manifestaciones.
Ahora bien, ¿Qué trascendencia social puede tener la
efervescencia colectiva de un triunfo o derrota del equipo o selección a la
cual apoya un hondureño? Sin lugar a dudas que un alto nivel de influencia, ya
que al depositar psicológica y emocionalmente sus más anhelados deseos y
fantasías en el desarrollo de un juego (sea este de carácter oficial o no a
nivel de competiciones locales, regionales o mundiales) pueden crear en este
altos niveles de felicidad y frustración, condicionando así que el cumplimiento
o no de una meta involucrada con dicha disciplina afecte directamente el
rendimiento laboral, sentimental, político y económico de un pueblo que basa
sus alegrías según los tres resultados posibles en el fútbol, sean estos:
Ganar, empatar o perder.
No podemos negar que dicha influencia cultural en el
comportamiento de los hondureños no es más que una muestra de las deficiencias
estructurales de un país que se encuentra inmerso en constantes problemáticas
sin posible solución, para lo cual, el fútbol representa un punto de escape
para lograr esas alegrías y satisfacción de necesidades que en la vida cotidiana
de nuestro pueblo no se pueden obtener.
Habrá que poner las barbas en remojo y detenernos a pensar
si el futuro de nuestro país siempre deberá depender de un triunfo o pérdida de
nuestros equipos o representaciones nacionales, ya que la evolución y
mejoramiento de problemas hegemónicos como el desempleo, la corrupción, crisis en
el sector salud, bajos niveles educativos e inseguridad, no podrán resolverse
clasificando o no a una fase final de un Campeonato de Fútbol Mundial.
"El fútbol es el opio de los pueblos".
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con usted Heidy, el fútbol es uno de los distractores sociales más efectivos.
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