El saxo marcaba la melodía mientras el reloj daba las 12 de la media noche. La batería anclada en el costado norte del escenario del Bar Otoños y Girasoles, ubicado frente a la plaza de San Jorge daba la bienvenida con galas y honores al pianista de Jazz que improvisaría hasta que las ganas lo abandonen... la gente expectante guardo silencio durante algunos instantes, era el turno de Marie y su solo de voces agudas y en ocasiones graves, al compás de un ritmo hipnotizante que aquel viejo contrabajo generaba en el ambiente con claros y muy notables contrastes. La luna se agitaba entre aplausos de la concurrencia y las más delirantes figuras musicales jamás tocadas nunca antes. Todo el mundo se detiene y luego en silencio sepulcral las notas mueren y con ellas los instantes. La noche aun es joven en esta ciudad de bares, música y libertades, que se respiran cual oxigeno del aire. La luna, recién desempacó su equipaje.
Quizás y algún día el amor te toque, María Dolores, pero mientras eso sucede, que tu amor no se desborde.