Leer no siempre fue visto con malos ojos. Sin embargo, todo
aquello que despierte y separe a las almas de su pasmosa “inocencia”, será
visto como ofensa, tal cual es la más vil de las blasfemias… el humano no posee
el derecho de cuestionar, todo es como debe de ser, y será así hasta el fin de
los tiempos, y por qué no, aun después de la mismísima humanidad.
Las cosas no siempre fueron así, antes leer no implicaba desobediencia,
mucho menos pecar, y caer en la herejía o la blasfemia, no obstante, todo está
sujeto a cambiar, para bien o para mal, el corazón sangra y me duele el alma,
cuando comprendo que dicho cambio no es más que involucionar.
Cientos de dudas revolotean en mi cabeza, lo eterno me
parece abstracto y cuestionable. Todo es tan confuso. Lo que antes era, en mi
mente dejo de serlo hace mucho. Subversión. Así le llaman en el paraíso a las lecturas
que realizo cada mañana, con oculta pero fervorosa devoción… ya que dicha acción
es vista como una inédita y peligrosa enfermedad, que carcome las mentes, y a las
almas da libertad.
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