Se cortó
la inspiración, y rodó mi cabeza… sangró mi cuerpo, mientras el alma se hizo
tan pequeña, como lo es está novela. Quizá, y no ha sido coincidencia, pocas
veces el espíritu sobrevive a falta de un cuerpo que lo contenga. Hoy comprendo
a la luz de los hechos, que mi alma no es más que mi propia conciencia, que me
duele y sangra, irremediablemente ante tu ausencia.
La tragedia se vuelve comedia cuando el dolor se encarna en
el alma, y es ahí donde el sufrimiento se apropia del cuerpo volviéndolo en sí,
casa y mortaja.
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