Un día como hoy, desperté de aquel largo sueño. Al abrir mis ojos, vi que las cosas no estaban en su sitio, que la humanidad ya no era más. Que la vida y todo en ella, no seguiría siendo igual. El mundo ya no era el mismo… el que yo conocí solo existía en mis recuerdos, de los cuales en mi mente solo había añicos y pequeños trozos, escombros de un pasado que alguna vez fue, de un ideal errante, y por nefasto que nos parezcan los contrastes, lo que ayer era, ante mis ojos se esfumo en un instante.
De pronto, me vi inmutado, perplejo… anonadado. Aquellas formas ante mi pasmoso asombro parecían salidas de la peor de mis pesadillas, ¿Serían obra de algún mortal? o ¿Generadas por represalia divina? La realidad era tan compleja para poder asimilar a manera de moraleja tan nefasta y cruda verdad, pues la vida tal cual la conocemos nunca llego a ser, fue un sueño, y solo estando dormidos la llegamos a conocer. Maldita danza de muerte, ficción del alma, levedad del ser.
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